Como ya os he contado en mis redes sociales, este año aprovechamos las vacaciones escolares de los niños (¡y las alargamos un poco!) para irnos de viaje… después de tantos meses de invierno y tanta lluvia como estamos teniendo este año, me moría de ganas de sol y playa, así que he conseguido enredar a mi chico, que es más perezoso que yo para los vuelos largos, y cruzar el charco en familia.
¡Nos vamos a Cuba!
Los que me conocéis (¡y los que habéis leído las 50 cosas sobre mí!) sabéis que soy un culo inquieto.
Me apasiona viajar, no concibo la vida sin hacerlo. Incluso cuando era estudiante y no tenía dinero ni compañía para viajar, me buscaba las mañas para hacerlo sola y de manera económica. Así, estuve de voluntaria en Honduras, de prácticas en una universidad de Tailandia… a cualquier destino donde me diesen alojamiento y comida, allá que me iba.
He tenido la suerte de poder viajar mucho: con mi familia primero, sola y con amigos después, en pareja a menudo y, estos últimos años, con mi propia familia.
Yo no creo que haya que esperar a que los niños sean mayores, o dejarlos en casa, para poder viajar, y viajar lejos. Mis hijos tienen muchas horas de avión y varios continentes en su pasaporte, y he disfrutado mucho de nuestros viajes en familia hasta ahora.
Sin duda volverán los tiempos de viajes en pareja, y no os negaré que los echo de menos, pero también me encanta compartir con mis hijos el placer de viajar.
Mucha gente me pregunta… pero ¿por qué no esperáis a que los niños sean más mayores? ¡Si no se van a enterar de nada!”
Pero, según esta teoría… ¿por qué leerles cuentos? ¿por qué llevarles al parque o jugar con ellos al cucu-tras? Tampoco eso lo van a recordar cuando sean mayores…
Desde luego, viajar con niños pequeños es muy diferente a viajar únicamente con adultos.
Viajando con niños, hay que adaptar los planes. Es posible que tengamos que prescindir de algunas actividades que quizá nos gustarían y, sobre todo, ir mucho más despacio.
Es cansado, y a veces un poco frustrante. No siempre sale todo bien, los niños siguen teniendo sus momentos buenos y sus momentos no tan buenos. Pero, a pesar de todo, viajar con niños es también muy, muy gratificante.
Y es cierto que posiblemente no recordarán demasiado cuando crezcan, pero creo que muchas cosas les quedarán para siempre.
Estas son mis ocho razones para viajar con niños pequeños:
1.- ¡A todo el mundo le encantan los niños!
En todos los lugares que hemos visitado, los niños han sido siempre bien recibidos. Ellos nos han abierto puertas y conversaciones que de otra manera hubieran estado cerradas.
Con su desparpajo natural, les cuesta poco hacer amigos, comunicarse de forma no verbal, y sacar una sonrisa a cualquiera.
Son motivo para entablar conversaciones, y encontraréis que en todas partes la gente se desvivirá por ayudaros con los niños. Os enseñarán la cabina del piloto, os invitarán a su casa, os cederán los mejores asientos, os saltaréis todas las filas, os prepararán comidas especiales… ¡todo ello sin pedirlo!
2.- Es muy enriquecedor para los niños descubrir en primera persona de que no todo el mundo vive de la misma manera que nosotros, que el mundo es diverso y plural.
No es lo mismo contárselo o verlo en la tele, que experimentarlo de primera mano.
Creo que viajar nos da a todos, niños y adultos, mayor capacidad para adaptarnos a diferentes situaciones, salir de nuestra zona de comfort, y explorar lo desconocido. Por naturaleza, a los niños les cuesta probar cosas nuevas, y viajar les ayuda a ser más flexibles.
3.- La flexibilidad atañe también a la alimentación.
Mi hijo mayor es muy mal comedor. En casa pone muchas pegas, nada le gusta.
Viajando, mis hijos aprenden que no se come lo mismo en todas partes, que a veces la comida pica o no nos encanta, pero en ocasiones, es lo que hay. Comeremos lo que se ofrezca, y, además, agradeceremos lo que nos sirvan con una sonrisa.
4.- Para los padres, es maravilloso redescubrir el mundo a través de los ojos de nuestros hijos.
Quizá ya has visitado un destino, u otros parecidos, con anterioridad, y hay cosas que ya no te llaman la atención. Pero compartirlo con nuestros hijos es como vivirlo por primera vez.
Responder a sus preguntas y observar cómo lo observan todo es pura magia.
5.- Viajar a otro ritmo tiene sus ventajas.
Seguramente os moveréis menos, pero conoceréis mejor las zonas que visitéis.
Con niños, descubrirás los parques, charlarás con otros padres en el autobús, te invitarán a las golosinas que comen los niños allí, y muy posiblemente conocerás de primera mano la consulta del médico o el hospital local, porque los niños no entienden de zonas horarias para ponerse enfermos.
6.- Viajar despierta su interés por aprender.
Cada vez que viajamos mis hijos se van dando cuenta de que el inglés no es simplemente una asignatura en el colegio, un trámite, sino una valiosa herramienta para ellos.
Los mapas cobran vida, los lugares de los que hablan en el cole se vuelven realidad.
Aprender siempre es más fácil y más divertido a través de la experiencia.
7.- Viajar juntos une a las familias.
Salir de la rutina, desconectar de las responsabilidades diarias, perder la cobertura del móvil, y compartir el día a día lleno de novedades es para nosotros un gran privilegio.
De cada viaje quedarán cientos de vivencias y anécdotas que darán para años de “¿te acuerdas cuando…?”
8.- Conocer otros países nos enseña, a nosotros y a nuestros hijos, a valorar mejor todo lo que tenemos.
No es lo mismo nombrar a “todos los niños que pasan hambre” cuando los nuestros se dejan la comida en el plato, que ver en primera persona como hay niños que trabajan junto a sus padres cada día.
Mi hijo mayor quedó impresionado al asomarse a un colegio en Marruecos y ver cómo el aula no tenía nada que ver con su colegio de Madrid.
En este viaje a Cuba, llevamos a maleta cargada de materiales de manualidades que teníamos sin uso en casa, acuarelas, lápices, pegatinas, cartulinas de colores, bolígrafos y purpurina, que vamos a llevar a un colegio en La Habana para que los niños de allí los usen. Mi hijo está súper ilusionado, ¡y nosotros más!
En definitiva, os animo a que, si tenéis la posibilidad, viajéis siempre que podáis con vuestros hijos.
Es cierto que es caro, que a veces la logística da pereza, y pensar en 10 horas de coche o de avión con dos niños pequeños no es muy halagüeño. Pero si cambiáis un poco el chip… ¡merecerá la pena!
Además, no olvidemos que los menores de dos años no pagan billetes de avión, y en la mayoría de los alojamientos suelen ofrecer descuentos para familias.
¡Más adelante os resultará mucho más caro viajar todos juntos!
A la vuelta escribiré un pequeño post sobre nuestra experiencia viajando en Cuba por libre con dos niños pequeños, ¡estoy super emocionada!
Y tú, ¿a dónde has viajado con tus hijos?
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